Todos tenemos una historia que contar.
¿Por qué comenzaste a consumir?
Empecé a consumir tarde, entre los 30 y 40 años. Antes solo bebía en actos sociales, cenas , o reuniones de amigos. Todo empezó poco a poco, cuando mis hijos empezaron a crecer y ya no dependían tanto de mí. Me sentía sola, que mi vida no le importaba nadie, sin autoestima, incapaz de enfrentarme a nada... cualquier problema era un mundo .
Siempre había sido una persona callada, incapaz de expresar emociones, con muchos complejos, y arrastraba una complicada y dolorosa relación con mis padres en la que el #alcohol tuvo mucho que ver . Cuando me casé, volqué todas mis ilusiones en mi matrimonio, esperaba que él llenase todos mis vacíos, que mi vida cambiase... pero, evidentemente, eso es imposible. Nada cambia si tu no cambias y dejas de buscar en los demás tus motivaciones en la vida. Tuve dos hijos a los que me dediqué en cuerpo y alma, las veinticuatro horas del día pendiente de ellos. No quería que se sintieran como yo, tenía que ser la mejor madre...
Pero fueron creciendo, mi marido viajaba mucho por su trabajo, estaba poco en casa y el #alcohol empezó a llenar mi vida. Consumía casi siempre en soledad, me sentía mucho mejor, creía que podía con mi vida, me daba fuerzas para continuar. ¡Qué gran engaño!. Poco a poco fui consumiendo cada vez más... hasta que lo necesité para todo. Cualquier cosa en mi cabeza se convertía en una excusa para consumir: relacionarme con amigos, hacer cualquier gestión, el malestar físico, los problemas normales de la convivencia con mi marido y mis hijos, los padres...
Empecé a consumir para sentirme mejor, pero en poco tiempo estaba consumiendo porque no podía vivir con lo mal que me sentía. Estaba destruyendo lo que más quería, a mi pareja y a mis hijos. Había traicionado mis principios... y estaba más sola que nunca .
¿Cómo te describirías?
Antes del tratamiento era una persona sin autoestima, llena de miedos, muy vulnerable, siempre buscando el reconocimiento de los demás, arrastrando el lastre del pasado cada día. Me tragaba todo, no expresaba jamás como me sentía... hasta que explotaba sin venir a cuento.
Con el tratamiento, no sólo dejé de beber: aprendí que si tú no te quieres nada puede hacerte feliz. Recuperé la autoestima, la seguridad. Ahora me siento capaz de enfrentar cualquier cosa, ahora soy feliz y acepto la vida como es, con sus momentos buenos y con sus momentos malos.
Me siento libre.
¿Cuándo decidiste ponerle solución?
Fue gracias a mi familia. Ellos me dieron un ultimátum: o me ponía en tratamiento o me olvidada de ellos. Yo, en el fondo, estaba deseando dejar de consumir, ya no aguantaba el
dolor que sentía, pero estaba claro que sola no era capaz. Lo había intentado muchas veces... necesitaba ayuda. Pasaron unos años en los que manejaba la situación bebiendo a escondidas. Pero cada vez necesitas más, pierdes el control y las consecuencias empiezan a ser visibles y evidentes. Empiezan los olvidos, los pequeños accidentes, el descuido personal, de las obligaciones, hacer el ridículo en reuniones, muchas mentiras...
Mi hija mayor es la que primero se dio cuenta y la que puso en alerta a mi marido. Al principio, yo siempre me defendía y justificaba, pero en el fondo sabía que no podía seguir así y acepté la ayuda.
¿Cómo fue el tratamiento?
Al principio lo pasé fatal. Solo sentía vergüenza y culpa, no entendía como podía haber llegado a convertirme en una alcohólica y hacer tanto daño a mi familia, que es lo que más quiero. Me costó muchísimo empezar a hablar. Pero con ayuda de los terapeutas lo hice y fue una liberación. Entendí que estaba enferma y que no era una viciosa. El grupo se convirtió en una herramienta imprescindible en mi #recuperación. Allí no me sentí nunca juzgada, me escuchaban, me ayudaban y, sobre todo, me entendían porque estaban viviendo lo mismo que yo. Para mí, el tratamiento es lo más importante que he hecho. Me siento orgullosa y muy agradecida .
¿Hubo momentos de dificultad?
Claro que sí. Esta enfermedad es muy dura. La familia duda de ti, tardan en recuperar la confianza, ellos también enferman, se hacen codependientes tuyos. La verdad es que no me costó tanto dejar de beber como cambiar, dejar de ser esa persona que necesitaba consumir para enfrentarse a la vida. La adicción afecta a todos los ámbitos de tu vida, a la salud física, a la mental y a todo lo que te rodea: familia, amigos, trabajo, ocio... el trabajo es duro pero muy gratificante .
¿Cómo definirías la recuperación con una palabra?
PAZ, una paz que hace años que no tenía. Antes vivía en constante lucha entre lo que quería ser y lo que realmente era. Me pasaba el tiempo escondiéndome para beber, negándolo, mintiendo, diciendo que nunca más, sintiéndome una porquería, llorando porque estaba perdiendo a mi familia... A poco de comenzar el tratamiento todo empezó a cambiar y para cuando había finalizado fue alucinante .
¿Cuánto tiempo estuviste en tratamiento?
Estuve 16 meses, pero cuando me dieron el alta seguí acudiendo al grupo todas las semanas y luego cuando podía o lo necesitaba. Es muy importante para mí no perder el contacto con lo que me había salvado la vida y también poder ayudar a personas que están pasando por lo mismo.
Para terminar, desde tu experiencia, ¿crees que la adicción se supera?
La adicción es una enfermedad crónica, para toda la vida. Nunca más puedes volver a consumir. No te curas y te olvidas. Por supuesto, si sigues bien el tratamiento, recuperas tu vida, puedes hacer de todo... menos consumir. Pero como cualquier otra enfermedad crónica, hay que ocuparse de ella, cuidarse , ir a revisiones...
No podemos olvidar de donde venimos .
Ven a contarnos tu historia, queremos ayudarte.
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